Friday, October 23, 2009

Otoño

De repente sólo me apetece escuchar a Leonard Cohen y a Azure Ray. Por ese orden. Es viernes por la tarde y todos estamos perezosos, hasta el sol. Arrastramos las últimas horas de la semana en la red, ignorando sin remordimientos las llamadas que tenemos que hacer y las presentaciones que tenemos que preparar. Las prioridades y las urgencias se esfuman, a ritmo de waltz y huele, por primera vez en meses, a café caliente. Es como si nos hubiéramos desinflado un poquito. La luz y la energía en la oficina son naranjas. Se nos acaba de instalar el otoño.

Para celebrarlo, os dejo con un poema que me encanta. Es de Leonard Cohen, A Thousand Kisses Deep. Y yo me voy a comprar castañas.


1. You came to me this
morning
And you handled me like meat.
You´d have to live alone to know
How good that feels, how sweet.
My mirror twin, my next of kin,
I´d know you in my sleep.
And who but you would take me in
A thousand kisses deep?

2. I loved you when you opened
Like a lily to the heat.
I´m just another snowman
Standing in the rain and sleet,
Who loved you with his frozen love
His second-hand physique -
With all he is, and all he was
A thousand kisses deep.

3. All soaked in sex, and pressed against
The limits of the sea:
I saw there were no oceans left
For scavengers like me.
We made it to the forward deck
I blessed our remnant fleet -
And then consented to be wrecked
A thousand kisses deep.

4. I know you had to lie to me,
I know you had to cheat.
But the Means no longer guarantee
The Virtue in Deceit.
That truth is bent, that beauty spent,
That style is obsolete -
Ever since the Holy Spirit went
A thousand kisses deep.

5. (So what about this Inner Light
That´s boundless and unique?
I´m slouching through another night
A thousand kisses deep.)

6. I´m turning tricks; I´m getting fixed,
I´m back on Boogie Street.
I tried to quit the business -
Hey, I´m lazy and I´m weak.
But sometimes when the night is slow,
The wretched and the meek,
We gather up our hearts and go
A thousand kisses deep.

7. (And fragrant is the thought of you,
The file on you complete -
Except what we forgot to do
A thousand kisses deep.)

8. The ponies run, the girls are young,
The odds are there to beat.
You win a while, and then it´s done -
Your little winning streak.
And summoned now to deal
With your invincible defeat,
You live your life as if it´s real
A thousand kisses deep.

9. (I jammed with Diz and Dante -
I did not have their sweep -
But once or twice, they let me play
A thousand kisses deep.)

10. And I´m still working with the wine,
Still dancing cheek to cheek.
The band is playing "Auld Lang Syne" -
The heart will not retreat.
And maybe I had miles to drive,
And promises to keep -
You ditch it all to stay alive
A thousand kisses deep.

11. And now you are the Angel Death
And now the Paraclete;
And now you are the Savior's Breath
And now the Belsen heap.
No turning from the threat of love,
No transcendental leap -
As witnessed here in time and blood
A thousand kisses deep

Monday, October 12, 2009

Sana

Una rápida: los resultados han salido negativos, estoy sana como una manzana. Bueno, igual tanto no, pero no tengo cáncer. Ole. A celebrar la vida. Muackis a todos.

Tuesday, October 06, 2009

Carpe diem

Llevo con ganas de vomitar desde ayer. Visita al ginecólogo con 6 meses de antelación por culpa de unas células que al parecer estaban “cambiando”. No sé qué significa eso, sólo sé que ayer en la colonoscopia, o como se llame en castellano, el doctor puso mala cara, y me hizo 5 biopsias.
También me dijo que casi seguro que no es nada, pero eso de esperar 8-10 días a que alguien me confirme que no tengo cáncer no entraba en mis planes inmediatos, la verdad. Nunca me había pasado. No soy demasiado paranoica, y estoy convencida de que no es nada, pero tengo ahí mi historial familiar y mis mutaciones genéticas, como una mosca cojonera que me mantiene en alerta continua.

En fin, que desde entonces estoy mareada y súper profunda. Necesitaba gritárselo al mundo, escribirlo en una pantalla, para poder quitarme un peso de encima.

Incluso en el peor de los casos, sabré llevarlo. Me he preparado para esto desde pequeña.
Pero aun así, es curioso que de vez en cuando el cuerpo nos tenga que dar un susto – o un potencial susto- para volver a hacer el propósito de cuidarnos, tomarnos la vida con calma, darle una patada en la boca al jefe cuando nos dé la gana, y ver más nuestros amigos o a nuestra familia.

Así que aplicáoslo a vosotros también. Vivid, jugad, probad de todo y disfrutad de este cuerpo mientras dure, que ya habrá tiempo para la eternidad. Es una orden.

Os mantengo al día, claro.

Besitos.

Monday, September 21, 2009

love is in the air


11.30 am. Acaba de empezar su turno. Lleva el delantal recién ajustado, el gloss aún jugoso en los labios y la cofia bien puesta, sin ningún pelo fuera de órbita. Gran trabajo de horquillas, con semejantes rizos, que admiro inmediatamente. Camina despacio, con esa parsimonia que tienen los caribeños, aún no se ha intoxicado de Madrid y de vida moderna. Se agacha a recoger una taza vacía, y cruzamos una mirada fugaz, tan sólo un instante antes de que las aletas de su nariz se dilaten.


Le ha olido y sabe que se acerca. Se acaba de transformar en hembra.


Contiene la sonrisa, salvo en sus ojos. Se levanta con elegancia, afectando indiferencia y concentración en su trabajo. Un instante más tarde, la invade la indignación, y el miedo, cuando él pasa de largo sin mirarla, directo a la zona de bebidas, y empieza a recargar el frigo con botellas de agua.

Por un momento, no entiendo el juego. Ella no es hembra que se conforme con un desplante. Y él, un solterón a punto de jubilarse.

“¿Por qué me llamabas ayer?” Retuerce el trapo de limpiar con sus dos manos. Aún sonríe con toda la picardía y la ingenuidad que el miedo le dejan, y contonea sus caderas de manera automática y nerviosa. Me recuerda a una niña a la que le preguntan la lección y no ha estudiado.

“¿Por qué va a ser? Pues por la copa que nos debemos tú y yo, pero como tú no quieres contestar, pues ya está, déjala”.

Y se va. Se lleva con él sus 60 kilos de peso, su pelo medio largo, una incipiente joroba, algo de cabreo y bastante resignación. Se va, sin embargo, sin malos humos. Me da que no es la primera que no le cogen el teléfono.

Ella sonríe triunfante y coqueta. Sabe que la batalla no está perdida. Por un momento, no obstante, sus ojos dudan “¿y si se cansa de insistir? ¿y si se piensa que juego con él?” Pero la hembra sabe perfectamente que, una vez pasado el enfado, dos miradas cómplices los llevarán de nuevo al mismo terreno. Y no piensa ser nada fácil.

La envidio mientras camina por la sala, sintiéndose la princesa del día. Llaman a embarcar a mi vuelo. Intento buscar su mirada, quiero que sepa que sé.
Imposible. Está enamorada.

Monday, September 07, 2009

Adultos


Cuando érais pequeños todo resultaba más sencillo. En el cole había quien te caía bien, quien te caía mal y punto. Las había que eran unas chulas, unas mentirosas, unas envidiosas, unas pelotas, unas creídas o incluso que olían mal. Con ésas no te juntabas. Luego estaban tus amigas, tus incondicionales, que te defendían hicieras lo que hicieras. Para encontrarlas simplemente tenías preguntar “¿Quieres ser mi amiga?” y sabías que la respuesta iba a ser honesta. Sin vuelta de hoja. Y si era que sí, ya tenías una amiga para toda la vida. De ésas con las que compartes bocadillos de chorizo con nocilla y costras en las rodillas. Ese sentimiento de atemporalidad no se recupera jamás.

En la universidad las posibilidades son también inmensas, aunque tal vez menos sinceras. Todos hambrientos de nuevas experiencias, con ganas de probar todo y a todos. Compartes borracheras, borotas, petas, apuntes, cafés y profesores impresentables. Y fluidos internos, con más de una o más de uno. Todo mezclado con el sentimiento de que os querréis para siempre. Y en cierto modo, no es del todo mentira.

Acabas la carrera aún con algo de hambre, y aterrizas en Londres, una ciudad en la que todo el mundo está de paso. Millones de gente joven peleando por conseguir unos ahorros y unas fotos que llevarse de la City. Toparte con otros inmigrantes es sencillo. Todos tenéis esa ansia de comunidad, de escuchar el sonido del móvil los sábados por la tarde, de hacer grupo con quien sea porque sin grupos no sabemos cómo vivir. Empiezas a utilizar la palabra “amigo” sin el menor rigor. De repente el compañero de trabajo, o de máster, o el chico éste que conociste en una fiesta y era “amigo” de un “amigo”, son tus “amigos”. Pero en las noches negras, en las que no puedes sustituir las memorias de costras en las rodillas por un conocido cualquiera, no tienes a nadie a quien llamar.

Y piensas que ya no somos niños, ni adolescentes. Que ya no estamos en la edad en la que hay que hacer amigos. La habilidad para ese tipo de tareas caduca como los dientes de leche o la píldora del día después.

Te acabas de convencer cuando te mudas a una ciudad que, esta vez, no está llena de gente de paso, sino de gente que ha vuelto de Londres, buscando el calor de sus amigos de siempre, cansado de conocidos y conversaciones rompe-hielos. A tu alrededor, todos vuelven a tocar su infancia. Los amigos han cambiado, y ellos también, pero compartieron bocadillos de nocilla, o de feta, y también se hicieron las mismas costras en las rodillas. Y eso es suficiente. A nadie le interesa volver a pasar por el ritual: un par de cafés, tal vez una fiesta, mensajes de móvil, ciertos intereses comunes. Demasiado esfuerzo. Que ya no es necesario: han vuelto a casa.

Bienvenido, pues, al mundo de los adultos.

Y que no se te olvide que ya no estás en edad de untar ganchitos en naranjada. Tus prioridades han cambiado. Ahora en los cumpleaños deberás beber vino civilizadamente, junto a tu pareja, y hablar de decoración. Sin peros, y aunque te mueras de ganas por oler de nuevo la incondicionalidad. Deberás aguantarte, y conformarte con amigos de mentira.
Si tienes suerte, contarás con un novio que te escucha. Así podréis compartir el mundo de los adultos:
UNA JODIDA ISLA DESIERTA

Monday, August 10, 2009

Pamplona


Volver a Pamplona siempre tuvo un punto masoquista. Hasta ahora.

Al principio lo hacía porque realmente echaba de menos a mis amigos, mi modo de vida, incluso a mi padre. El punto masoquista era la despedida, sabía que coger el avión para Inglaterra sería horroroso.

Luego la vida me llevó por demasiados derroteros y se me borraron la sonrisa del alma y las ganas de juerga. Volvía por obligación, o por escapar un poco de mis problemas en la isla maldita. El punto masoquista era el vacío que sentía en mi ciudad, esa sensación de haber perdido cualquier punto en común con mis colegas o con mi vida anterior. Tendía a forzar una sonrisa triunfalista cuando me iba, convenciéndome de que yo era más aventurera, o más inteligente, al largarme lejos y destruir mi carrera y mantener a flote una relación destructiva con un extranjero que caía a todos tan bien. Las broncas-desahogo con mi padre eran continuas, y acabaron por convencerle –algo bueno tenía que tener toda esta historia- de que más le valía montarse una vida propia.

En las siguientes visitas vine pura y duramente para descansar o a aliviar mi sentimiento de culpa. Apenas veía a nadie. Simplemente dormía, leía, hacía algún mínimo esfuerzo para comunicarme en casa y ya está. Me iba contenta confirmando que ya nada me ataba a Pamplona, sólo un pasado lejano en el que ni tenía tiempo para pensar, y un padre que –naturaleza obliga- tarde o temprano desaparecería. Sólo habría un piso que vender, y unas llaves que entregar. Flás, flás, flás (ruido de látigo sobre mi espalda :) ).

Esta vez ha sido diferente. Vine escapando de Grecia, con el objetivo de pasar algo de tiempo sola. Esto último ha sido imposible, claro está. Pero el escape ha funcionado, y me he medio reconciliado con mis raíces.

Por primera vez en mucho tiempo he visto a unos cuantos de mis colegas.Probablemente si nos encontráramos hoy no nos haríamos amigos. Por suerte, nos encontramos hace tiempo. Todo sigue igual. Algunos ni siquiera han acabado la carrera y probablemente gano el doble que cualquiera del resto. A veces me invade la arrogancia y me doy asco, haciendo el papel de abuelo con batallitas. Al final, todo da igual. Nos queremos. Y aún nos escuchamos con un interés sincero.

Pero me siento 10 años y un millón de problemas más vieja que cualquiera de ellos.

Les envidio, de hecho. Me gustaría haber contado con una vida más normal, menos al límite, con menos responsabilidad. Sin embargo, me tocó siempre ser la primera de la clase. Y una infancia con grandes vacíos y una adolescencia llena de mierda.

Aunque quién sabe qué secretos guardan, y qué de mierda tienen ellos también en las retinas, bajo esa capa de casi-treintañeros viviendo con los padres.

En cualquier caso, a mis hijos les prohibiré terminantemente sacar todo sobresalientes.

sshh

Fue un secreto, algo que ni tan siquiera mis mejores amigos conocían.

Sin duda, consiguió que la vida en su momento pareciese más intensa. Hoy sin embargo no entiendo por qué la necesidad.

Atesoro los recuerdos con cariño, vanidad y culpa. Con nostalgia y asco a partes iguales.

Empezó con una botella de ouzo y terminó con una despedida fría en un coche. Era momento de deshacerse del disparate e intentar no dejar rastro. Volver a mi vida pública.

No me arrepiento. Él, probablemente, sí.

Pero ya sabéis. La vida da muchas vueltas, el mundo es un pañuelo, y todo eso. Así que tras un par de silencios, unas cuantas mentiras, demasiados malentendidos y un millón de palabras no dichas, volveremos a compartir ciudad, en el país de los mil soles.

Cuando me enteré, me pareció demasiado surrealista para ser verdad. Me asusté. No porque las mentiras pudieran ser descubiertas, ni por miedo a que ciertos sentimientos pudieran volver a aflorar.

Me asustó la idea de recordar que la vida en cierto tiempo fue más interesante. Y que esta calma dulzona de la que en teoría disfruto está hecha de aire.

Las lecciones con las que moriremos, las que desnudan nuestras bajezas, no están en un pisito con jardín y con perro. Están en portales congelados, en tequilas no deseados y sofás de cuero destrozados para las tardes de domingo.

Sí.

Hace mucho que no me enamoro.

Wednesday, April 22, 2009

Vida VIP



Las salas VIP de los aeropuertos me fascinan. Es como si te diesen un pase gratis cambiar de vida por unos instantes, y zambullirte en un universo con leyes totalmente diferentes.

Por un lado están los ejecutivos, poco o nada exóticos, la verdad. Me aburrí de observarlos en mi segundo o tercer viaje. Con gemelos caros, trolleys de marca y la blackberry-apéndice en la mano, siempre con algo importantísimo en la pantalla. Todos beben alcohol. Siempre pillan los asientos/sillones/sillas_incómodas_de_diseño cercanos a los enchufes. Colocan con parsimonia el adaptador de turno y dejan que las hojas de Excel, los mails y los documentos los engullan hasta que la señorita llame al vuelo. Pocos llevan bolsas del duty free, y los pocos que llevan una es con botella de whisky dentro.

Por otro lado está el tipo rico con mujer que fue guapa y niño o niña pijo adolescente. El tipo rico lee uno de esos periódicos rosas con montones de cifras de bolsa; la mujer que fue guapa se atiborra en el minibar con sentimiento de culpa e ignora al marido al que sabe infiel (¿qué más da si sigue pagando el tren de vida?); el niño o niña pijo/a adolescente se entretiene con la PS3, el iPod o cualquier otro aparato electrónico y caro. De vez en cuando la mujer que fue guapa le dice algo al hijo/a, que pasa olímpicamente.

Es espectacular asistir a semejantes abismos humanos: la mujer que fue guapa es la decadencia en mayúsculas. El niño/a pijo es una pausa inútil, un kit kat antes de convertirse en sus progenitores. El tipo rico es una jaula de oro.

Pero ni siquiera me dan pena. No se tienen a sí mismos, pero sí a sus visas. Probablemente ni siquiera saben que la vida es algo más que coches caros y bolsas de viaje de Louis Vuitton. Se les morirá el cuerpo operado entre sábanas de seda.

Luego están los clanes, que, de verdad, nunca sé de dónde salen. Son familias enteras, con niños pequeños, abuela, de todo. Todos también con esa aura de confort que tiene el que nunca ha fregado un plato. Y guapos, en general. La genética no suele dejar paso a demasiadas sorpresas. Todos pendientes de todos, hablando, comiendo, limpiándose los mocos, discutiendo sobre la última peripecia de la chacha o del tío de Nueva York. Me pongo a hacer números y me da que los billetes de todos son más o menos mi sueldo anual. Flipo.

También están las parejas guapas y ricas y jóvenes. Él es futbolista o actor o modelo y ella normalmente chica estupenda que va al gimnasio y habla con un deje de quien está desesperado por no despertar del sueño. No se quieren. Pero son bellos juntos y callados.

Y por último estoy yo. Con mi ropa de Zara de hace 5 años, mi falta de gracia dejando que la camarera me eche el agua al vaso, y mi mirada de adolescente enfermo, observándoles a todos, fascinada y asqueada al mismo tiempo. No tienen la culpa de ser ricos, o profesionales de éxito, pero hay dos mil personas que podrían vivir un mes con el costo de los billetes de todos ellos.

En 10 horas de vuelo nos hemos fundido doscientas mil comidas.

Y ellos ni siquiera piensan en ello.

Saturday, April 04, 2009

La lavadora

¡Es el colmo del absurdo!
Hemos dejado la lavadora en el salón.
No nos cabe en la cocina y en el baño no hay enchufes.
Sería divertido... si aún fuésemos capaces de reirnos de nosotros mismos.

Pero nuestra casa –tu casa- ya no es una casa de alquiler.
Ahora tiene muebles, mármol en el suelo, dos terrazas y dos baños.
Ah, cortinas italianas.
También tenemos cortinas italianas.

Y mientras tú te enfadas con las regulaciones griegas,
mides los huecos de la cocina y destrozas los azulejos del baño
la lavadora y yo nos hemos hecho amigas,
ambas elementos insólitos, inútiles, absurdos en tu salón,
electrodomésticos de utilidad y función bien definidas
- ella lava, yo acompaño la rutina y compro a medias más electrodomésticos-.

Prometo rescatarla cuando consigas instalarla en un “lugar más adecuado”
Llevármela conmigo a otro salón en otra ciudad
y no enchufarla jamás,
convertirla en mi monumento a la decadencia
a los últimos días de silencio que preceden a las decisiones tomadas hace tiempo
a los subterfugios sociales, a la desidia,
a las conversaciones civilizadas sobre niños y crisis y bodas
a las tiendas de muebles llenas de parejas a las que sólo les une el decorador, un cacho de metal en el anular y vajillas sin abrir en el sótano.

Sólo espero hacerlo antes de que ambas estemos demasiado usadas.

Sunday, March 29, 2009

Casualidades

Hace 7 años yo tenía un amante iraní.

Nunca he creído que el origen de uno tenga nada que ver con sus habilidades sexuales, pero para los que crean en tópicos, recomiendo muy encarecidamente a los iraníes criados en Francia.

Todo era casi perfecto: vino francés, chocolate, guitarras y sexo, mucho sexo, sin prejuicios ni condiciones. Hasta que un día la casualidad hizo que de camino al súper me lo encontrase con un amigo suyo. Nos presentó. De él mencionó que era el candidato a la presidencia de la asociación de alumnos de la universidad. De mí dijo, con una sonrisa pavorosa, que era su novia.

En aquel instante la clandestinidad, el misterio, el escandaloso deseo que sentía por él se desvanecieron. Supe que no me volvería a escurrir en su habitación a las 2 de la mañana, rendida a mis hormonas, nunca más, y que en esa misma noche tendríamos “la” conversación. Qué somos, qué sientes por mí, por qué nunca salimos juntos, te acuestas con otra gente, etc. Con lo sencillo que es dedicarse pura y plenamente al sexo.

Nos dimos unos días de descanso, para “pensar”. Nada que pensar por mi parte, no veía la necesidad del cambio. Me enfrentaba a una noche de sábado sin nada que hacer. Mis amigos se iban a un Londres que quedaba muy lejos de mi mente, los libros de magnetismo me hacían sentir nauseabunda y yo tenía mono del iraní. Bueno, de sus habilidades. Era probablemente el primer sábado de mi adolescencia en el que, a las 6 de la tarde, estaba sin planes. Así que en cierto modo fue casualidad que el chico griego del laboratorio de Antenas me pillara en la habitación cuando me llamó para ofrecerme un peta. Me sorprendió, pero creí recordar vagamente una conversación en la que le pedí que me avisara si conseguía maría. Y le dije que sí, claro, y que si quería una cerveza también. Él tampoco tenía planes, quedamos por la noche. Habíamos echado un par de cafés esa semana y era un tipo legal. Terriblemente guapo, aunque con una belleza menos mediterránea de lo que mi mente le pide a los griegos. Y por alguna curiosa razón me sentía muy cómoda con él. Se le veía la pureza del alma a distancia.

Entre cerveza y tequila y música terrible me dijo que le gustaba. A mí me pareció estupendo, pero no comprendí que no se refería únicamente a “qué buen rollo me das para ser una empollona”. Vamos, ni de lejos se me hubiera occurido que un tipo que probablemente se estaba tirando a todas las diosas griegas de la uni pudiese fijarse en mí. Al pobre lo torturé durante dos horas, sin querer, en las que él creyó que le estaba esquivando la embestida, hasta que me lo dejó más claro en su habitación (después de un par de kilos de comida basura para bajar el alcohol bajo la luna más grande del mundo), plantándome un beso nervioso. Yo le respondí con toda la furia a la que acostumbran mis hormonas latinas después de un chapuzón en tequila. Y el resto se puede imaginar.

Siete años más tarde estoy en su salón, él duerme como un niño la resaca de ayer – ya no estamos tan jóvenes - , chapurreo su idioma, hemos pasado por ocho mil baches y aventuras y aunque últimamente no hacemos más que discutir como animales, la verdad es que le quiero más de lo que nunca pensé que podría querer a nadie. No sé si habrá otros siete que celebrar, con niños y perros o si nos acabaremos separando, matando o simplemente olvidando.

Pero quiero brindar por él. Por lo bien que lo ha hecho. Porque sigue teniendo el alma más pura del planeta y no se ha dejado corromper por mí.

Por ti, bebi.




Thursday, March 19, 2009

FREEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEE

HE DIMITIDO!!!!!!!!!!!!!

Wednesday, March 11, 2009

2 minutes Hate.


Acabo de releer 1984. Me ha dado últimamente por releer en su idioma original un montón de libros. Shopping therapy gracias a Amazon, qué se le va a hacer. Desde que el médico me prohibió el gluten, compro libros en vez de pasteles.

Sigamos, que si me dejáis suelta empiezo a quejarme y no acabo – llevo mal lo del gluten-.

Total, que desde que releí las primeras líneas me di cuenta de que el potencial catártico del ritual de los estimados miembros del Partido es enorme. Así que la semana pasada decidí dedicar dos minutos al día a hacer contemplación sobre mi Hate particular. Ya, suena más a oscura diversión que a catarsis…pero no hay catarsis sin oscura diversión, no?



Y sí: odiar está muy mal, mi padre siempre repite que no hay que odiar a nadie y es un sentimiento del que me siento horriblemente culpable y sucia; pero me consuela saber que no odio a una persona: odio a un psicópata. Se dedica a ser mi jefe y a otras muchas cosas terribles.

En fin. Probadlo: cuando te concentras en un sentimiento tan intenso durante dos minutos, la persona ligada al sentimiento desaparece como por arte de magia y sólo hay sitio para el sentimiento. Toda tú te conviertes en odio. Respiras odio, sudas odio, hueles odio, masticas odio.

Y de repente el odio también desaparece. Algo así como el big bang, pero a la inversa.

Claro que no te limpias para siempre, pero oye. Algo es algo.

Seguro que hay algún tipo forrándose con un libro de autoayuda proponiendo esto mismito, pero que conste que el único que me ha inspirado ha sido Mr. Orwell.

Pronto extenderé mi patente a 2 Minutes Anger, 2 Minutes Worry, 2 Minutes Sadness.

A ver si me curo de malos ratos.


Y a ver si os sirve a vosotros también.

No sé si aguantaría una Hate Week. Pero todo se andará...

Wednesday, January 14, 2009

Pozos y Vendavales... Feliz 2009

Se avecina otro pequeño pozo seco.



No me preocupa demasiado, pero llevo dos semanas con el corazón latiéndome a destiempo, con la respiración algo entrecortada y los ojos sin mirar a ninguna parte.
Y sin embargo creo que esta vez será para bien. No para más mierda encima, ni más desgaste. Creo que después del pozo habrá cambios. Pero antes tendré que dejar que el pozo me susurre, me empape con su no-agua y me haga sudar. Y cuando me seque de este anxos que empieza a hacer mecha en mis cinco elementos, afrontaremos el siguiente capítulo.

Me he mudado a Atenas. Después de años peleándome con toda mi mente sobre cómo hacerlo, cuándo hacerlo, por qué hacerlo. En principio la gran losa – devolver Nikos a su madre y a su tierra – ha desaparecido, y con ella han reaparecido los fantasmas.
Es como la mañana siguiente a la boda – ¿Qué se siente el día después, cuando la ilusión por dar EL paso ya no existe? ¿Cuál es la siguiente meta? - . El vacío. Y lo puedes rellenar con hijos, que te darán una tregua de 18, 25 años. Y luego te volverás a efrentar a los fantasmas.

Yo no quiero casarme ni tener hijos ni ir a Ikea los sábados a comprar tinajas y perchas. Primer problema. Primero de unos cuantos.

Mientras tanto nos paseamos como dos sombras en esta ciudad, sin terminar de creernos que no son unas vacaciones de Londres, sin encontrar nuestro nuevo lugar en una vida que antes era sólo de uno y ahora es de dos. Invadidos por gente de carne y hueso – madre, hermano, hermana, sobrino, tías, amigos, compañeros de trabajo – que no nos dejan espacio para lamernos las heridas inglesas y salir a celebrarlo. Solos.

Los planes, las bienvenidas, los primeros días en la oficina, las cenas, las compras, las fiestas, los cafés….las buenas intenciones y las lágrimas que nos arrastran en vendavales a los que nos rendimos con los ojos aterrorizados.

No queremos reconocerlo: echamos de menos Londres. Somos animales solitarios, una pareja en exilio de las comvenciones sociales. Queríamos una isla desierta por Navidad… y los Reyes nos han traído merengue.

En fin.. molon lavé… con permiso del pozo.