Saturday, June 30, 2007




¿Alguna vez habéis oído hablar de esa gente que es incapaz de decir que no? Mi caso es de libro.

Debería de ser reconocido oficialmente como discapacidad social. En vez de “soy diabético, no me eches azúcar en el café”, deberíamos ser capaces de usar un “no sé decir que no, no me pidas ni me ofrezcas nada”.

Nos haría la vida más fácil y evitaría muchísimas úlceras propias y dolores ajenos.
Si a esta discapacidad le sumas que soy una indecisa crónica, el mundo se convierte en un lugar bastante espantoso.

Ahora mismo (no os ríais) tengo en el calendario compromisos y reuniones para Agosto en dos compañías diferentes. Y todo porque llevo la friolera de dos semanas intentando decidir si me voy de donde estoy o no. Con las consiguientes noches sin domir, divagaciones hasta las tantas de la madrugada a las que obligo a asistir a los ojos rojos de Nikos, compra compulsiva de “flakes” (barritas de chocolate). Etc, etc, etc.

Ayer llamé a la empresa de la nueva oferta para decir que al final la desestimaba y todo parecía ir sobre ruedas ... hasta que el tipo que me había entrevistado me llamó. Fue ver el teléfono en la pantallita del móvil y saber que la iba a liar de nuevo. Me preparé mentalemente “venga, Ma, pónte firme, di que no”, que se note que eres mayorcita. Juas. La lié, por supuesto. Dos semanas más tarde, sigo sin saber qué hacer.

Creo que todo empezó con una monja en el comedor del cole que me miraba amenazante cuando preguntaba si quería otra cucharada de lentejas quemadas. Llevé mi disposición a tal extremo, que acabé siendo la salvación de la cocinera, porque siempre repetía por incomestible que fuese el mejunge. Las demás alumnas pasaron a ser simplemente unas tiquismiquis y yo me convertí en “alumna ejemplar”, en una de esas estratagemas que tienen las monjas para que todas tus compañeras acaben odiándote y tu no tengas más remedio que ingresar en la orden.

Traumas infantiles aparte (son legión), otras veces me digo que la cupla de todo la tiene el miedo a perder una oportunidad, o mi super ego peleón que estaría recordándome los caminos cerrados de por vida, o la ansiedad que me provoca decepcionar a alguien... Yo que sé.

Sobra decir que en el terreno sentimental, este “problemilla” ha causado más de un desagravio...

Resumiendo. Que soy de libro. Y que quiero volver a la barriga de mi mamá