Hace unos años me llamaron de un hospital de Toulouse. Un chico con el que había entablado cuatro conversaciones y unas cuantas pintas en mi año Erasmus había preguntado por mí. Llevaba vendas en las muñecas y yo justito recordaba su apellido, aunque había contestado puntualmente a sus mails semanales.
Me fui para allá, y le encontré solo en una habitación. Una psicóloga con falda de flores me pidió que me quedase unos días.
Lo hice, y no entendí nada.
Pero soy buena actriz.
Y aquel chico se recuperó y pensó que para mí su amistad era tan importante como para él la mía.
Hace dos meses un amigo que fue amante, pero sobre todo hermano mayor me recordaba episodios de los que no queda ni un resquicio en mi memoria. Los revivivía con sonrisas, lágrimas y guiños que me invitaba a recoger.
Lo hice y no entendí nada.
Pero soy buena actriz.
Y mi amigo se volvió sintiendo que todos aquellos episodios tenían sentido, porque eran de ambos.
Ayer mi padre me recordó unos gritos que le habían destrozado en mi última visita a Iruña. Lo describía con una tristeza que me obligaba a disculparme con todo el dramatismo posible.
Lo hice, y no entendí nada.
Pero soy buena actriz.
Y mi padre cree que me arrepiento sinceramente de aquella bronca de la que no recuerdo ni un detalle.
Problema de memoria no es, todos los exámenes indican que de eso ando sobrada.
Pero joder, qué mal se siente una cuando esperan de ella que sea un espejo.
Me fui para allá, y le encontré solo en una habitación. Una psicóloga con falda de flores me pidió que me quedase unos días.
Lo hice, y no entendí nada.
Pero soy buena actriz.
Y aquel chico se recuperó y pensó que para mí su amistad era tan importante como para él la mía.
Hace dos meses un amigo que fue amante, pero sobre todo hermano mayor me recordaba episodios de los que no queda ni un resquicio en mi memoria. Los revivivía con sonrisas, lágrimas y guiños que me invitaba a recoger.
Lo hice y no entendí nada.
Pero soy buena actriz.
Y mi amigo se volvió sintiendo que todos aquellos episodios tenían sentido, porque eran de ambos.
Ayer mi padre me recordó unos gritos que le habían destrozado en mi última visita a Iruña. Lo describía con una tristeza que me obligaba a disculparme con todo el dramatismo posible.
Lo hice, y no entendí nada.
Pero soy buena actriz.
Y mi padre cree que me arrepiento sinceramente de aquella bronca de la que no recuerdo ni un detalle.
Problema de memoria no es, todos los exámenes indican que de eso ando sobrada.
Pero joder, qué mal se siente una cuando esperan de ella que sea un espejo.
O a lo mejor va a ser verdad cuando dicen que voy a mi puta bola y que me estoy perdiendo media vida...