-Una foto preciosa.
- Sí. Sin más, me aburría. En esta ciudad o llegas muy pronto o llegas muy tarde a una cita.
- ¿Eres americana?
- ¿Perdón??? ¿En serio crees que tengo acento yanki?
- Mmmmm, no. Podrías ser francesa.
- No tengo acento francés.
- Tienes cara de parisina.
- Ja, ja. Y un carné de identidad que dice española. Pero no eres el primero que me confunde con la prima de Amélie. Sobre todo con esta boina.
- Perdona que me haya acercado, no suelo ir asaltando a desconocidas.... pero tienes el aura más fascinante que he visto en años.
- Nada, no te preocupes, lo tendrías difícil para asaltarme en Trafalgar Square y con esos dos polis a 100 metros. Y qué tiene mi aura de especial?
- Has cambiado de humor unas 20 veces en un solo minuto. Tu aura fluctúa de maneras que creía imposibles.
- Mmm, vas por la calle observando auras, entonces? No necesitas concentración?
- Para algunas, no. Algunas son especialmente llamativas. Ves a ese grupo de alemanes congelados de allá? Soy su guía turístico. Y debería estar contándoles quién es el de la estatua, pero te he visto apoyada en la barandilla y me has hipnotizado. Tenía que hablarte. Me están esperando.
- Pues… nada. Ve. Encantada.
- Te preocupas demasiado por los pequeños detalles.
- Para eso no hace falta que leas auras: ¡soy mujer! Y los turistas te están mirando… creo que deberías ir.
- Eres ingeniera, no? Y tu novio también.
- Sí.
- Pronto vas a ir a otra ciudad. Al Norte.
- Pues… me lo estoy planteando...
- Y te sientes culpable por tu padre.
- ….
- Él está bien.
- Perdón?
- Que está bien. Está sano. Y es feliz de que estés aquí. No te sientas tan mal.
- Esto es algo… increíble.
- Ja, ja. No es difícil leerte, créeme.
- En ese caso me alegro mucho de que no todo el mundo pueda verme el aura…
- Puedo cogerte una mano?
- Me quieres leer la mano?
- No. Quiero cogerte la mano.
- Mmmm, bueno. Espera, que me quite el guante.
- …..
- ¿Qué?
- Te espera una gran vida. Deja de preocuparte tanto por las cosas pequeñas.
- …gracias.
- Y cuídate ese estómago. Se te está cerrando ya la úlcera, pero tienes que cuidarlo. Me alegro de que estés con él. Los griegos tienen un aura también especial.
- Cómo sabes que mi novio es griego?
- Ya te he dicho, María, que no es difícil leerte.
- ¿Cómo sabes mi nombre?
- Porque lo tienes en mente más que cualquier otro. No crees en estas cosas, verdad?
- Soy algo escéptica…
- A pesar de haber estado muy cerca de alguien que controlaba energía?
- Mi madre. Vale, en serio, esto está siendo más surrealista de lo que puedo soportar. Quién eres?
- Me llamo James. Y yo sí soy americano. San Francisco. Me hice rico trabajando como Ingeniero de Software, hasta que decidí que mi vida estaba vacía. Y descubrí este don.
- Y ahora eres guía turístico en Londres?
- Bueno, tengo que comer.
- Mmm. No sé si esperas que te dé dinero, o algo, por toda esta lectura…
- No. Hablar contigo me ha bastado. Ojalá hubiese podido conocer a tu madre ¿Quieres una patata?
- No sabía que los leedores de auras comían patatas fritas.
- No somos tan diferentes. Y si no, tiempo al tiempo. Me esperan. Enchanté.
- Enchantée.
Esto sucedió en Trafalgar Square, en el invierno del 2004, mientras fotografiaba a unos niños cantando villancicos. Es totalmente cierto. Todo. Lo de mi nombre, lo de mi madre, lo de mi novio griego. Fue una de las razones por las que me quedé en Inglaterra, a pesar de que ya no tenía ni veinte libras en la cuenta. La magia de Londres, cruce de caminos de personas con vidas increíbles. Poco después me mudé al Norte, como James predijo. Sigo preocupándome por las cosas pequeñas y mi úlcera se ha vuelto a abrir. Mi padre está bien.Y sigo sin creer demasiado en estas cosas, pero hoy he soñado con James (con la imagen borrosa que tengo de él) volviéndome a hablar de las cosas pequeñas. Así que he creído que se merecía aparecer por aquí, como protagonista de el único episodio escalofriantemente real de mi blog.
Wednesday, September 20, 2006
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